¿Quién es Onésimo?
Todo cuanto sabemos de él nos viene de la carta que san Pablo escribe a Filemón, amo de Onésimo, rogándole que lo acoja de nuevo a su esclavo, pero de una manera distinta…
Sabemos por esa carta que huyó de su amo y que volvió a él. Acompañado de Tíquico llevó de vuelta consigo ese precioso billete de veinticinco líneas: la carta de san Pablo a Filemón; y también la carta a los Colosenses, la carta a los Efesios y una perdida carta a los de Laodicea (quizá la misma que hoy llamamos a los Efesios).
Pero, ¿por qué huiría? ¿Por qué correr ese riesgo en aquellos tiempos en que las represalias sobre los esclavos fugados eran durísimas? ¿Cómo conseguiría llegar hasta Pablo? ¿Con qué recursos contaría aquel esclavo en un viaje tan largo –de Colosas, en Asia Menor, a Roma: una ruta de más de 2.000 Km. por tierra y mar–? ¿Qué itinerario pudo seguir para no ser capturado? ¿Y Filemón, cómo sería? (Imagino su asombro ante Onésimo, de vuelta con una carta de Pablo en la mano). ¿Y el resto de los personajes que aparecen en la carta?
Onésimo puede llegar a su destino porque cuenta con ayuda pero él lo tendrá que poner todo de su parte.
El esclavo atravesará las ciudades del imperio y caminará decidido en busca de un valedor para su libertad, vivirá acosado desde su huida y se enfrentará a los conflictos de su tiempo hasta encontrar a Pablo de Tarso.
Onésimo nos irá mostrando en su recorrido como se afianza en él la convicción de que es posible la conquista de aquella libertad que las condiciones sociales, las ataduras, los prejuicios, las imposiciones ajenas o el miedo, nos la mostraban como una quimera.